Neymar emigró a París buscando un lugar en el que poder brillar con luz propia, sin verse ensombrecido por la talla de Lionel Messi. El PSG gastó 256 millones de dólares en su fichaje para tener a un jugador de la talla del argentino, capaz de marcar con la misma intensidad al equipo.
El brasileño ha conseguido, de la mano del técnico alemán Thomas Tuchel, que el juego del París Saint-Germain pivote sobre sus botas, ser decisivo tanto en la construcción ofensiva como en la resolución.
La guía
El triplete logrado ayer contra el Estrella Roja, el segundo de su carrera en la máxima competición europea tras el conseguido con la camiseta del Barcelona en 2013 frente al Celtic, le sitúa en el timón de una escuadra plagada de estrellas.
No solo marcó dos goles de faltas que él mismo había provocado y consiguió otro tanto más en una jugada que nació de sus botas. Además, estuvo en el origen de los tantos del argentino Ángel di María y del francés Kylian Mbappé.
Solo el gol del uruguayo Edinson Cavani se escapó al influjo del brasileño, que ha marcado siete goles con la camiseta del PSG en la Liga de Campeones.
La relación con el "Matador" es el único punto oscuro que, a día de hoy, aparece en el horizonte de la ofensiva parisiense, que firmó un festival ante los serbios digno de los grandes de Europa.
Neymar multiplicó los pases a Mbappé, hasta el punto de que dio la sensación de que estaba obsesionado con que el campeón del mundo francés de 19 años no se marchara sin su recompensa. Hasta en 19 ocasiones buscó a la joven promesa del fútbol galo.
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También fue generoso con Di María, con quien parece encontrar una buena sintonía. Sin embargo, no dio ningún pase a Cavani, lo que alimenta la leyenda de la mala relación entre ellos, que encuentra su origen en los roces que ambos protagonizaron al inicio de la pasada temporada.
Tuchel parece decidido a convertir el tridente Neymar-Cavani-Mbappé en un ataque de cuatro puntas, con el argentino Di María como elemento clave.
La introducción del exmadridista en el flanco libera a Neymar que, sin obligaciones particulares, puede moverse por todo el campo, algo así como lo que hace Messi en el Barça.
A diferencia del quíntuple Balón de Oro, el brasileño tiene tendencia a iniciar el juego desde la izquierda, pero su aportación es muy similar.
Declaración
El propio jugador lo reconoció en la previa del duelo contra el Estrella Roja, cuando compareció ante los medios para asegurar que Tuchel había sabido encontrar su emplazamiento idóneo, algo que no supo hacer su antecesor, el español Unai Emery.
"El entrenador ha encontrado el puesto en el que puedo mostrar mejor mi calidad. Me gusta jugar así, animar el juego. Como en Barcelona Messi tenía ese papel mi función era diferente, no era yo quien llevaba al equipo. En el PSG me gusta tener el balón, conducirlo, tocarlo. Estoy contento de jugar en el centro del campo", dijo el pasado martes.
Neymar, de 26 años, quiso rebajar la euforia que se levantó a orillas del Sena tras la buena actuación contra los serbios.
"Necesitábamos mostrar nuestro verdadero fútbol, pero esto no es más que el comienzo. Sabemos que nos queda mucho por delante y tenemos que mejorar", aseguró al término del encuentro.
Una declaración que se inscribe en la línea de lo que había asegurado la víspera, cuando reconoció que no está en plenitud de sus facultades, un estado que espera alcanzar la próxima primavera, cuando se juegan los partidos importantes.
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Porque, como Messi, Neymar tiene en la mente la Liga de Campeones como principal objetivo, otro punto que les une.
Resta por ver cómo reaccionará el PSG ante los grandes rivales. Frente al Liverpool perdieron en Anfield en la primera jornada. A falta de adversarios de talla en su país, tendrán que esperar a la visita del Nápoles el próximo día 24 para medir su potencia.